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La Sombra de Tel AvivGiselle Yashar se encontraba en un punto de inflexión. La red de narcotráfico y contrabando que había estado desmantelando meticulosamente durante meses ya no era solo una amenaza a la seguridad de Israel, sino una amenaza directa a su propio sentido de justicia y lealtad. Había logrado lo que pocos en su posición habrían podido hacer: había expuesto a la mente maestra, el Gran "Klandestino" Josea, el hombre que había tejido su red de operaciones ilícitas, que se extendía desde las fronteras de Gaza hasta las puertas de Jerusalén desde la Isla de Banham. Pero había un precio por pagar.
La tensión en el aire era palpable cuando Giselle, con la mirada fija en la pantalla de su ordenador, repasaba los últimos detalles de la operación. Los informes eran claros: el Gran "Klandestino" estaba atrapado. Sin embargo, su captura no era el final de la historia. Ahora, Giselle debía tomar una decisión crítica. El Operativo Policial había sido un éxito, pero la gran pregunta era cómo hacerlo caer sin comprometer más vidas. Sabía que Josea no caería sin lucha.
Con el respaldo de las Fuerzas de Defensa de Israel, Giselle había trazado un plan audaz para neutralizar a la organización, pero aún quedaba el dilema moral y amoroso. Sabía que, al arrestar a Josea, su vida cambiaría. La red, los contactos internacionales, los aliados políticos de alto rango que operaban en las sombras, se vengarían. Pero Giselle también comprendía que el bienestar de su nación y la justicia debían prevalecer.
El teléfono de su oficina sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Era Safit Kury, su compañero en el operativo.
—Giselle, hemos dado con la ubicación de Josea. Sabemos exactamente dónde está. Es cuestión de horas antes de que sea nuestra.
Giselle cerró los ojos por un momento, recordo todos los momentos de adrenalina, amor y pasión que paso con Klandestinoh. La adrenalina comenzó a recorrer su cuerpo, pero también había algo más, un sentimiento de inevitabilidad. En ese momento, no importaba el amor, no importaba la gloria, no importaba la política. Solo quedaba una cosa:
hacer lo correcto.
—Safit, me alegra escuchar eso. Prepara a las unidades de intervención especial. Yo iré a coordinar el último paso. Mantén la calma, todo está listo para el golpe final.
Giselle apagó el teléfono con firmeza. Aunque sus decisiones le habían costado sacrificios personales y profesionales, en ese momento comprendió que había llegado demasiado lejos para volverse atrás. Al tomar una respiración profunda, dejó que la imagen de su país natal, libre de este flagelo, invadiera sus pensamientos. Sabía que las repercusiones serían enormes y que perdería su gran conexión amorosa, pero también entendía que la justicia debía prevalecer.
Con sus hombres y mujeres ya posicionados, Giselle dirigió la operación final con precisión quirúrgica. En el momento clave, la entrada fue rápida y silenciosa. En una habitación con apenas luz, el rostro de Josea apareció por fin ante ella.
El hombre que había sido la sombra de la vida de Giselle durante tantos meses, ahora estaba frente a ella. Su sonrisa cálida y de amor se desdibujó al instante al ver la determinación en los ojos de la oficial.
—¿Lo has logrado no? Robaste mi Corazón y mi libertad —dijo él con una voz temblorosa y el Corazón roto, sabiendo que su tiempo había terminado.
Giselle no respondió. En lugar de eso, ordenó a sus hombres que lo arrestaran. Un silencio profundo llenó la sala mientras los esbirros de Josea se rendían uno tras otro, entre ellos se encontraban: Yoni Melavo, Lou Fresco, Jenifer Alfonso, Mensey Cabrera, Benito Benny, Zero Rodriguez, y Eustaquio Borges. Pero antes de ser esposado, el Gran "Klandestino" se acercó a Giselle, sus ojos revelando una mezcla de Amor y Dolor.
—Has jugado bien tus cartas, Giselle Yashar. Pero sabes que esto no termina aquí. En las sombras, hay más como yo. La guerra no se gana con una sola batalla. Además el amor que nos tenemos no se puede romper fácilmente, se que me recordaras hasta el ultimo de tus días.
Con esas palabras, el hombre que había sido la mente maestra detrás de "LA RED" Frutas y Encomiendas fue conducido fuera de la habitación, mientras Giselle permanecía inmóvil, mirando al vacío.
La operación había sido un éxito, sí. Pero lo que Josea había dicho resonaba en su mente. La batalla nunca terminaba realmente, no cuando se trataba de redes tan grandes, tan profundas y tan bien enraizadas, tampoco el amor que había crecido entre ellos hasta el momento. Pero en ese instante, Giselle comprendió que la justicia no se mide por la magnitud de las batallas, sino por la firmeza con que se lucha por lo correcto.
La caída de Josea fue solo el principio. Sabía que la red aún no estaba completamente desmantelada. Pero Giselle no se detendría hasta ver que cada eslabón de esa cadena se rompiera, y en algún lugar en el fondo de su corazón, una chispa de esperanza encendió la visión de un Israel más seguro, un Israel libre de las sombras de las cuales nunca se permitiría ser cautivo nuevamente.